Este sábado estaba cazando, como no, era a última hora de la tarde, de pronto en la ladera de la montaña de enfrente, en la umbría, me di cuenta que otro cazador estaba en la parte alta de unos bancales, junto al pinar. Me fije en él y aprecié que sus compañeros eran dos setter irlandeses, el corazón me dio un vuelco y ¿si fuese Sebastián?. Recogí los bártulos, estaba cazando en un puesto a las torcaces, y me encamine al sendero que separaba las dos montañas, él, el otro cazador ya lo había hecho con anterioridad y al llegar a los vehículos allí estaba, si era el, le pregunte casi sin saludar por los setters y riéndose se fue al coche y los soltó, al verlos me llene de alegría y entonces le comente si se acordaba de mí, como no me dijo, esta que estas viendo es la hija de la perra que criaste tú y el macho (precioso) es su hijo.
La historia había comenzado hace 27 años cuando empezó para mi la caza oficialmente: mi padre me regalo la escopeta, una paralela Hermanos Zabala y me consiguió a través de un conocido, Pedro Puigdevall, una Setter Irlandes a la que llamamos Laika que fue la niña bonita de casa, inteligente, educada, lista, vamos de los perros que solo les falta hablar y por supuesto un espectáculo para la caza, con ella aprendí y me enganche a este maravillosa afición cinegética.
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| Con mi escopeta y Laika en la apertura de veda de 1.983 |
Laika tuvo tres vastagos, tres hembras, y una de ellas por medio de un amigo de mi padre El tio Nelo, fue a parar a Sta. Magdalena y allí, prendado de la raza y su saber estar, ha sido Sebastián quien ha conseguido continuar la linea, por lo que la nieta y los biznietos siguen dándole lo que ha mi me dio en su día esta maravillosa perra.
Cuando el sábado vi a los descendientes, se me hizo un nudo en la garganta y solo tuve palabras de agradecimiento a este cazador.
Laika, si sigues cazando, tranquila los tuyos también lo están haciendo aquí entre nosotros.
Gracias por esta afición. Gracias a nuestros perros. Gracias Sebastián.
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