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ESPERAS ESTIVALES

Con los calores de este duro verano, es tiempo de continuar las esperas, si bien los jabalies estan mucho mas resabiados y es mas dificil esperarlos en las bañas, balsas y restos de siembras.

Cuando empieza a caer la tarde provisto del arma, la silla, el macuto, la manta y mucha paciencia, me dispongo a esperar a ese macareno que estos días atrás ha estado retregandose en la balsa de agua que ahora tengo delante.

Con los cantos de las perdices marcando su querencia, se oye algún perdigon joven que ha superado los calores estivales. Las ranas que habitan la charca comienzan su serenata nocturna y el chotacabras ya ha comenzado sus vuelos anarquicos alrededor del bancal de rastrojos que acompaña la balsa de agua.

Han pasado ya dos horas, los cantos y vuelos han parado y solo se oye los ruidos tipicos de la noche, algún grillo y el chotacabras que sigue con su reclamo. De pronto un sonido me pone en alerta, en la parte alta del monte algo se mueve y comienza la tensión, si hasta el momento en cuerpo estaba como en un semi-letargo, "el dormir de los esperistas" ahora podria oir respirar un conejo a 50 metros. El tiempo transcurre rápido y no se oye nada.

Cuando parece que no hay nadie en el monte, otro chasquido, una rama rota y otra vez la tensión y los nervios.

No hay luna llena, pero es suficiente para ver claro; y a los ruidos no sigue la silueta esperada, desilusión, ya es cerca de media noche y desde las ocho de la tarde empieza a doler la espalda y las posaderas; de pronto un racha de aire me da en la frente sudada y no tarda segundos en oirse un estruendoso "bufido" y resoplidos. Lo tenía detrás a menos de veinte metros.

Lástima, otra noche perdida o tal vez ganada, continuarán las esperas e intentare encontrarme con este sabio jabali.

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